Cuenta Anthony de Mello, que en cierta ocasión, salió el diablo a pasear con un amigo.
De pronto vieron ante ellos un hombre, que estaba inclinado sobre el suelo tratando de recoger algo.
¿Qué busca ese hombre? Le preguntó al diablo su amigo.
Un trozo de Verdad, respondió el diablo.
¿Y eso no te intranquiliza? preguntó el amigo. ¿Y eso no te inquieta?… Volvió a preguntar el amigo al diablo.
Ni lo más mínimo, respondió el diablo. Porque le permitiré de haga de ello una creencia.
Es verdad. Una creencia, religiosa o no, es como un poste indicador que señala el camino hacia la Verdad. Pero las personas que se obstinan en adherirse, agarrarse al indicador, se ven impedidas de avanzar hacia la Verdad, porque tienen la falsa sensación de que ya la poseen, simplemente con abrazarse al poste. Muchas veces ese poste es el amor, o lo que creen que es amor a otra persona. Y el amor no tiene más que un camino: la sinceridad, la autenticidad y la fidelidad a esa persona.
Muchos nos creemos poseedores de esa Verdad, que es nuestra y de nadie más. Convencidos de que los y las demás no han sabido, no han logrado, llegar hasta donde ellos y ellas lo han hecho.
Pero la Verdad sólo tiene un camino, que es el de la búsqueda de la fidelidad, la honradez y el equilibrio personal, sin sentirse poseedor de nada, abriéndose a los demás y valorando, lo que se posee considerándolo un regalo de la Vida, con un ánimo de construir permanentemente, sin opciones radicales que envenenen nuestro yo.
El diablo, no hay que buscarlo fuera. Acaso lo tengamos dentro sin saberlo.
Un joven me preguntaba no hace mucho, que cual era el propósito de la vida, si la muerte era inevitable, y dijo que nadie le ha sabido contestar. La verdad es que la pregunta es muy compleja. Si no ha existido anteriormente a esa relación, una actitud de autenticidad, de amor del bueno, de ver en la otra persona el sentido de tu vida… todo fracasará, antes o después.
Le dije a este amigo, que me dejara un par de días para reflexionar ante una pregunta de tal calado, porque eso es lo mismo que a veces me pregunto yo.
Pero más tranquilamente, sin agobios de ningún tipo, en momentos de pura reflexión, cuando te encuentras en una soledad buscada, te das cuenta que somos seres con una fecha de caducidad, porque todo en esta vida la tiene.
Ahora en cambio, la soledad impuesta, es muy difícil de soportar, porque hemos nacido como seres sociables y con una capacidad infinita de amar y ser amados.
Querer a una persona y que te abandone, es lo peor que nos puede suceder.
Por ello, cuando una persona tiene un sentido transcendente de la vida, nunca llega a entender esa soledad que alguien por egoísmo le impone.